Rusia: ¿Bizancio o Caballo de Atila?

Sofía Paleóloga
Publicada en Adiante Galicia.
 
A Tijon Shevkunov se le considera el padre ideológico de Valdimir Putin, si es que éste ha procesado deontología alguna en su vida. O sea, que este insólito prior ejerce más bien como factotum u hombre que susurra al oído del omnipotente líder ruso.   

Shevkunov, además de ortodoxo conservador, es un reputado cinéfilo que presentó su obra cumbre a comienzos del mandato del Nuevo Zar.

"El desmoronamiento del Imperio o la lección de Bizancio", (así se titula esta cinta), responde en apariencia a un documental histórico dedicado al Imperio Romano de Oriente. No obstante, el Imperio Bizantino es utilizado como excusa para transpolar la coyuntura del asalto a Constantinopla por los cruzados en 1.204 a la situación actual en las relaciones de Rusia con Occidente. No olvidemos que en ese fatídico año, (1.204), los francos y los venecianos asestaron un golpe mortal a Bizancio al asediar y saquear Constantinopla de forma impía y torticera, desplegando una crueldad brutal contra sus habitantes y troceando a posteriori los restos del Imperio.

El prior Shevkunov parte de la teoría de que Rusia es la heredera geoestratégica, doctrinaria y cultural del Imperio Bizantino y que Occidente (Unión Europea y por extensión Estados Unidos) prodiga una polìtica agresiva por demencial odio a los valores orientales y ortodoxos que esa Rusia atesora.

Puedo inferir que Shevkunov formula un apotegma capcioso al afirmar que Rusia hereda los valores del Imperio Bizantino. Ante todo matizar que no niego las numerosas concomitancias existentes entre las Rusias y Bizancio como por ejemplo que Sofía Paleóloga, sobrina de Constantino XI (último emperador de Oriente), desposó con Iván III, unificador de las Rusias, y que por tanto existen vínculos dinásticos de sangre, de hecho, el propio Iván bautizó su gran ducado moscovita como "Tercera Roma". Además la etimología de la palabra zar proviene de cesar. Tampoco debemos obviar el manto religioso que la Iglesia constantinopolitana ha depositado sobre los hombros de la Iglesia de Moscú u otras consideraciones como la prolongada estancia de los bizantinos en Crimea, (la denominada Quesoneso). 

En su obra Shevkunov arguye un ideario ultraconservador y expansivo para la salvación de Rusia. Identifica la decadencia de Bizancio con la traición a tres postulados: 

1) La inalienable unificación entre Estado y Religión, 2) La observancia de las tradiciones conservadoras y autóctonas del Estado fuerte y centralizado y 3) Planificación a ultranza economía interna y explotación de otros territorios como practicó el Emperador Basilio Bulgaróctono.

Para el prior, si las élites rusas rehusasen la aplicación de esos principios Rusia declinaría como Bizancio. 

Sin embargo, los valores del verdadero Bizancio, (el germinado de Heraclio, de inspiración  helénica, del más abierto de los Komnêno) y de la actual Rusia resultan notablemente antagónicos; seguramente porque ochenta años de socialismo proselitista y un cuarto de siglo de despotismo expansionista han envenenado cualquier semilla original vinculante, que sin duda existió.

Bizancio fue un Imperio con vocación defensiva y de constante búsqueda de una prosperidad interior, optimizando sus recursos agropecuarios, mineros, manufactureros y mercantiles, del mismo modo su presencia allende fronteras generó regatos de cultura en tierras ajenas y un intercambio comercial muy beneficioso. Por el contrario, esta Rusia actúa como un depredador, remedante al Caballo de Atila, exporta su miseria heredada a los lugares de la tierra donde se incrusta: Europa del Este, Cuba, Angola, Zimbawe o  ahora Venezuela son ejemplos de rapiña, de deshumanización del individuo y de opresión contra la libertad.

Shevkunov dice que Rusia ha sido y es Bizancio pero no reniega de la aportación estrella de Rusia a la humanidad, el comunismo, que precisamente ha aniquilado la ortodoxia que supuestamente procesa, la diplomacia y cualquier atisbo de mercantilismo y propiedad privada democrática, sagrada entre los griegos. La economía en Rusia nunca pasó de autarquía, primero de señores feudales, luego de un plan quinquenal socialista y lamentablemente, hoy ostentada por una oligarquía. Pero como esta economía no es competitiva esas élites se amparan en la depredación de otras naciones ocupándolas en grado pseudocolonial. Shevkunov afirma que Rusia imita la política exterior de Bizancio pero es aliada de la Turquía que aniquiló a Bizancio, apoya a un gobierno catastrófico en Grecia y se ha anexionado el Quersoneso (Crimea). 

Por otra parte este gobierno ruso reniega de la diplomacia, arte entre los bizantinos. Y es una pena porque los rusos tienen un gran potencial precisamente para la diplomacia.

Shevkunov bosqueja una Rusia que exhorta un Bizancio del que no es ni será espejo bajo Putin. Pero la Rusia de las cúpulas inhiestas de San Basilio, de Kasparov, de los científicos brillantes, de los Tolstoi y Stravisnky, de los excelsos deportistas, de los trabajadores abnegados del metal, de los emprendedores, etc... esa sí es la Rusia bizantina, aun muy tímida y germinal pero que tendrá una oportunidad paradójicamente con la crisis económica que encoge los estómagos de los ciudadanos rusos. 

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