Plástico: La Caza de Brujas de la Unión Europea.
Publicado en Adiante Galicia. ARTÍCULO
Vamos al Lidl cargados con bolsas
de arpillera o tenemos que surtirnos con unas talegas de cartón que se rasgan
al primer descuadre de estive interno. Esta cadena ha retirado las bolsas de
plástico por, supuestamente, conciencia ecológica.
El movimiento anti-plástico
recorre el final de década paralelo al Me Too o a la guerra contra el diesel.
Se nos muestran imágenes de tortugas, delfines o corales envueltos en pexiglás,
afirmándose que dentro de cincuenta años habrá en los océanos más plásticos que
peces. Esas escenas son deplorables y seguramente la afirmación apocalíptica no
yerre.
Va por delante que fui miembro de
ADENA y que todavía conservo muchos rasgos ideológicos y emociones de
animalista. Quizás por esto tengo que alzar la voz ante los excesos de esta
corriente que se nos inculca y que afirma taxativamente: “el recipiente
plástico es perverso y el de papel muy ecológico”.
No obstante, analizando
científicamente ambas opciones, (como por asaltos), nos percatamos de que sus
respectivos costes ecológicos son similares. Con matices, el papel gana en
extracción, siempre y cuando la política de reforestación sea infinitamente
expansiva, y en desecho, pero claro partiendo del deficiente tratamiento de los
embalajes polimerizados. Sin embargo, el plástico vence, también con algún
matiz, en producción, distribución y consumo. Luego tenemos la bolsa de tela
que a gran nivel de gasto se tragaría toda el agua del planeta en su
producción, por no hablar de la contaminación de posibles tintados, pero que es
la campeona de la reutilización.
La australiana Leyla Acaroglu ha
revolucionado el concepto de ecología en estos últimos dos años y puede que nos
salve de este absurdo Movimiento Papelonazi. Las maldiciones no se hallan en el
plástico, ni siquiera, por supuesto, en el papel, sino en la cultura de usar y
tirar, la ausencia de infraestructuras de producción y reciclaje y los escasos
valores educacionales.
Entonces, ¿Por qué desde la Unión
Europea han emprendido esta caza de Brujas contra el plástico?, por cierto con
gran perjuicio para la industria española.
Una vez más la clave está en los
intereses estratégicos. Europa tiene posibilidades de fabricar papel si apuesta
por extender sus plantaciones forestales pero no puede producir plástico por la
sencilla razón de que carece de reservas petrolíferas, cosa justamente
contraria a la de Oriente Medio.
O sea que el patógeno ideológico
en el mundo árabe debería ser la persecución del papel.
Todo esto es tan absurdo como
difícil de resolver, al menos con planteamientos tan simplistas como los
patrocinados por los burócratas de la EU. Llevando su normativa al extremo
Europa se convertiría en un erial silvano de pinos y eucaliptos con una
consecuencia fatal de laterización del suelo. Pero al menos Europa procura
algún tipo de solución.
En el mundo subdesarrollado, por
el contario, el problema de los residuos en general se amplifica
geométricamente con el aumento demográfico. Hay cientos de vertederos de
basura en descomposición por todo el continente africano, muchos superan en
tamaño a las grandes urbes gallegas y el Pacífico e el Índico son
víctimas de vertidos descontrolados procedentes de sus ríos.
Los residuos de Europa son nimias
gotas en un gran océano. Buscar una solución local, además mal enfocada, para
un problema global es un error histórico sin precedentes. Europa debe liderar
la solución de estos grandes problemas, atacando la cultura del usar y tirar e
indicando el camino para mejorar las infraestructuras y tecnologías de
producción y reciclaje.
En definitiva, nunca una
arpillera puede durar menos de 200 usos, jamás una bolsa, envoltorio o
recipiente plástico puede acabar fuera de un contenedor amarillo, o el de papel
en el azul.
Y luego exportar la idea de la
optimización de los recursos de cada quien. La caza de brujas debe centrarse
contra el subdesarrollo y contra la ausencia de
educación.
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